Quienes padecen patologías o riesgos en su salud mental con frecuencia sufren estigma y exclusión por parte de la sociedad.  No siempre son enfermedades, sino etapas con afecciones internas o externas necesarias de comprender, para evitar riesgos mayores o graves en quienes se encuentren vulnerables.

Es fundamental visibilizar los diversos colectivos  que  componen  la  comunidad de educación superior para  lograr otorgar oportunidades aprendizaje desarrollo a todo el estudiantado, situación que muchas veces, se enmascara con prácticas pedagógicas que apuntan  hacia  la  atención  de  la  diversidad, pero sigue el discurso que patologiza y saca de los márgenes de lo “normal”, “bueno” o “sano” a aquel/la diferente.

La salud mental incluye el bienestar emocional, psicológico y social, y afecta la forma en que pensamos, sentimos, actuamos, tomamos decisiones y nos relacionamos con las demás personas.  El Autocuidado, los ambientes comprensivos, inclusivos, y bien tratantes propician estados de bienestar positivo.  Para lograr el bienestar necesitamos encontrar un balance en todos los aspectos de nuestra vida: física, mental, emocional y espiritual.

Nuestras actividades están orientadas a interactuar con la comunidad de la educación superior y social para permitir la concientización y valoración de los aspectos humanos de cada joven, docente, o familias relacionadas con los impactos en la salud mental en su formación. Así, encontrar vías de cambios transversales para una comunidad educativa más inclusiva, flexible y comprensiva con las condiciones de cada integrante.