Los conflictos forman parte de la experiencia universitaria, y a veces parecen inevitables, durante la formación profesional.
Estos pueden surgir en distintos contextos: desde desacuerdos con compañeros en trabajos grupales hasta tensiones derivadas por asimetrías de poder con docentes o autoridades. A ello se suman factores personales o externos, como el estrés académico o situaciones emocionales, que pueden intensificar las dificultades, y afectar tanto el desempeño o rendimiento, como el bienestar emocional del estudiante.